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Una realidad desafiante

Complejidad, dinamismo, y más

Gestionar una empresa, incluso una pequeña sociedad familiar o un negocio individual, constituye un verdadero desafío. No porque su funcionamiento sea incomprensible, ni porque se requieran modelos matemáticos sofisticados; tampoco porque su problemática sea inabarcable. La gestión es compleja fundamentalmente porque el sistema empresa está formado por múltiples piezas interdependientes y sincronizadas, cuyo funcionamiento depende de (y debe adaptarse a) las condiciones del entorno, y está además mediado por factores psicosociales. No es un artefacto mecánico, sumamente complejo pero sometido a reglas; tampoco es una realidad social, dinámica pero en mayor o menor medida predictible, sino una organización: la combinación de la infraestructura técnica con una componente humana da lugar a un sistema híbrido, con su propia cultura y un funcionamiento en gran medida idiosincrático.

Cada empresa es en mayor o menor medida diferente de las demás. Por ello, no hay recetas ni estrategias de gestión universalmente válidas: únicamente existe una lógica financiera que relaciona todos los elementos de la empresa, y de la que se deriva un conjunto de herramientas (modelos, técnicas de gestión, etc.) que debemos adaptar a cada problema, y aplicar correctamente en cada caso. Esta lógica financiera, y su materialización en modelos y teorías útiles para explicar y predecir, son el objeto de estudio de la Economía Financiera de la Empresa. A lo largo de este trabajo iremos descubriendo principios que nos ayudarán a valorar la empresa, a medir el riesgo, a elegir inversiones o a seleccionar la financiación más adecuada para nuestro negocio; también descubriremos una lógica de equilibrio entre las inversiones y la financiación, criterios para evitar la insolvencia, y muchos otros principios que nos ayudarán a diagnosticar problemas y diseñar soluciones.

El esquema que se muestra a continuación trata de esbozar algunas de estas relaciones, y la forma en que inciden sobre variables como el valor, la rentabilidad o el coste de capital. Al margen de la relevancia formal que pueda o no tener, esperamos que este bosquejo le ayude a recordar que los problemas que deberá afrontar son siempre el resultado de una combinación de procesos, y que las decisiones que adopte no tienen efectos puramente locales, sino que reverberan a lo largo de la organización, a veces con consecuencias inesperadas.