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El enfoque multicriterio

Las decisiones de inversión: enfoques normativos y descriptivos

Desde un punto de vista normativo, la teoría de la decisión - y en particular, la teoría financiera - se plantea discutir la forma en que deberían comportarse los decisores cuando afrontan un problema; esto exige partir de ciertas asunciones a priori, entre ellas la de racionalidad. El homo economicus clásico se define como un sujeto metódico y perfectamente racional, que persigue elecciones estrictamente óptimas: obtiene toda la información relevante para el problema, identifica y estructura todas las alternativas, y las evalúa exhaustivamente.

Complementariamente, podemos plantearnos estudiar de qué manera se comportan los decisores. Desde este punto de vista positivo, interesa examinar cuáles son las características de los problemas reales, qué tareas o actividades realizan para evaluar los problemas, y en qué medida las elecciones realizadas pueden considerarse adecuadas. Una contribución importante en este sentido es la de Herbert Simon, quien sostiene que los decisores no son plenamente optimizadores, sino sujetos satisfactores: no se pretenden elecciones estrictamente óptimas, sino satisfactorias. Esto significa que las elecciones reales son un compromiso entre la exhaustividad y rigurosidad, por una parte, y el coste (en términos de tiempo, esfuerzo, y recursos).

Satisfactoriedad y los problemas multicriterio

Las características de los problemas reales son, con frecuencia, muy diferentes de su especificación clásica: no solo están poco estructurados, sino que el decisor debe afrontarlos con información imperfecta y un tiempo limitado - es decir, las decisiones deben adoptarse con mayor rapidez y siempre con un cierto grado de incertidumbre -; además, en ellas concurren varios criterios, o cuando menos, la tensión entre varias interpretaciones diferentes - por ejemplo, los intereses de diferentes áreas de departamentales, o lobbys internos en la empresa -.

La concurrencia de varios criterios es relevante, porque de alguna manera implica que la elección final debe representar un compromiso entre todos ellos. Es cierto que, desde una perspectiva puramente teleológica, debe existir una jerarquía de objetivos y, en particular, un objetivo principal - como ya sabe, en el contexto de las finanzas lo interpretamos como la maximización del bienestar económico de los propietarios -. Sin embargo este objetivo puede lograrse de diferentes formas, en diferentes horizontes temporales, y a través de diferentes rutas, cada una de las cuales implica una combinación concreta de cumplimientos en el resto de objetivos y criterios.

La cuestión de fondo es que los objetivos no pueden optimizarse simultáneamente, porque son en mayor o menor medida contradictorios. Esto conduce a la búsqueda de soluciones equilibradas, lo que exige la aplicación de una lógica de optimización paretiana: hemos de buscar una solución tal que el nivel de cumplimiento de una meta no pueda mejorarse, sin menoscabo de las restantes metas, teniendo además en cuenta que estas metas u objetivos pueden no tener la misma importancia para el decisor. Este planteamiento tiene claros nexos con el enfoque satisfactor de Simon.

Metodologías

Las técnicas disponibles para afrontar este tipo de problemas son relativamente heterogéneas; la elección entre unas u otras radica fundamentalmente en las características de las alternativas de decisión: si el objetivo es buscar la combinación más adecuada de varias alternativas cuantificables y susceptibles de escalamiento, la elección metodológica suele recaer en la programación matemática; si por el contrario se trata de clasificar o realizar elecciones entre alternativas exhaustivas (o los criterios son dominantemente cualitativos), la elección adecuada es un método discreto como Electre o AHP.