Aspectos estratégicos de las TIC
¿Por qué necesitamos una estrategia para las TIC?
Ansoff define la estrategia como un conjunto de criterios y reglas de decisión para definir el ámbito de los negocios y su dirección futura; se trata por tanto de una definición amplia de lo que pretende ser la empresa, qué objetivos persigue y qué acciones va a adoptar para alcanzarlos. Porter enfatiza la dimensión externa, y define la estrategia como una forma de relacionar a la empresa con su entorno.
Sabemos que las TIC proporcionan respaldo a las actividades de negocios gestionando las transacciones, ayudando a coordinar los procesos, facilitando la comunicación, aportando recursos de ayuda para la toma de decisiones, etc. Pero, ¿tienen una dimensión estratégica?
Las TIC son relevantes porque consumen una parte importante de la financiación de las empresas. Observe que este consumo no se corresponde en general con el activo contale porque aquí figuran únicamente los elementos adquiridos y/o construidos por la empresa, en general cuando son susceptibles de tratamiento e identificación individualizados: ordenadores, equipamiento de red, periféricos, etc.; los recursos TIC incorporados a otros equipos, por ejemplo a las instalaciones productivas, usualmente estarán contabilizados en otros epígrafes. Necesitamos una estrategia TIC para garantizar que las inversiones se incardinan en proyectos consistentes a medio y largo plazo, y alineados con las necesidades de negocios.
En cualquier caso, el hecho de que solo puedan registrarse los activos adquiridos o desarrollados internamente excluye a los intangibles, que como hemos visto, se forman con la acumulación de información en ciertas personas y colectivos clave dentro y fuera de la empresa. Las TIC contribuyen a su edificación facilitando la transferencia de conocimiento y el aprendizaje organizacional, y movilizando la información requerida por el proceso de edificación de esos intangibles. Por ejemplo, las TIC pueden ayudarnos a identificar las personas hacia las que hemos de dirigir el flujo de información corporativa necesario para formar reputación y notoriedad en Internet, por supuesto también nos ayudarán a movilizar esa información. Necesitamos una estrategia TIC que coordine el esfuerzo de edificación de estos intangibles.
Necesitamos una estrategia TIC porque esta infraestructura puede ser utilizada para desarrollar nuevos modelos de negocio; la adopción de un enfoque estratégico nos ayudará a identificar las oportunidades que ofrece la tecnología, y a relacionarlas con las oportunidades y amenazas que afrontan los negocios. Es posible que este mismo enfoque nos ayude a evitar la tentación de caer en lo que con frecuencia se denomina virtuosismo tecnológico, que no es sino la aplicación de recursos a proyectos desconectados de los intereses de los negocios y por tanto con una dudosa contribución de valor, por el simple hecho de experimentar con la tecnología.
Finalmente, necesitamos una estrategia TIC porque algunas de estas inversiones han sido dado origen a ventajas competitivas sostenibles, y consecuentemente también a desventajas a largo plazo. No hay una caracterización concreta que permita delimitar con precisión los sistemas de inversiones estratégicos, de hecho esa frontera parece cambiar con el paso del tiempo.
Considere SABRE, que fue el primer sistema de reservas en línea de billetes de avión instalado en las agencias de viajes. Originariamente era un sistema puramente transaccional, con el que se pretendía agilizar las reservas, optimizar el aprovechamiento de los aviones, y reducir costes de gestión (el sistema empleado, basado en fichas y gestión telefónica, era simplemente insostenible). Sin embargo, muy pronto fue empleado de manera proactiva: American Airlines controlaba la forma en que se presentaban los datos, y podía acceder a detalles concretos útiles para ajustar los precios y la programación de vuelos. Naturalmente otras aerolíneas se vieron en desventaja y desarrollaron sus propios sistemas; pero muchas otras solicitaron acceder al sistema para distribuir sus propios vuelos; American Airlines cobraba una tarifa por esas reservas de terceros y además, como controlaba el sistema, tenía acceso directo los detalles de su programación de vuelos, la ocupación, y los precios. Además, observó que muchos viajeros optaban por las ofertas que aparecían al principio de la lista, de manera que empezó a enfatizar sus propios vuelos. Aunque ha sido superado por otras plataofrmas, en concreto por Amadeus, Sabre-GDN sigue utilizándose más de seis décadas después.
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