Otras formas de valoración
Conceptualmente, la valoración exige descontar las rentas futuras (preferentemente, flujos de caja) a la tasa de coste adecuada, bien el coste medio ponderado o bien la rentabilidad mínima exigida. El resultado es una medida del valor de la empresa entendida como una cartera de inversiones que desarrolla una actividad económica, es decir, un valor en uso.
Sin embargo, hay situaciones en las que el valor en uso no puede ser calculado fiablemente (por ejemplo, porque no hay evidencia suficiente para formular pronósticos) o simplemente carece de sentido (por ejemplo, porque la empresa se va a disolver o sus activos van a desmembrarse).
En estos casos puede ser conveniente emplear otros procedimientos para refinar la valoración. El objetivo no sería tanto reemplazar la valoración por flujos como matizarla en determinados escenarios excepcionales.
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